A las 9:00 puntualísimos aterrizamos con el busito en la
casa curial donde deberíamos recoger a unos cuantos compañeros y a una señora
que se acopló en el asiento de delante como si con ella no fuera, pero de ahí
no se bajó hasta que llegamos a destino. Ni se bajó, ni abrió la boca ni un ahí
te pudras… una jartá de alegre la tía.
La celebración comenzó puntual. Los diversos ritos como
tumbarse frente al altar, las unciones con oleos, el hecho de que sean vestidos
con los nuevos hábitos ayudados por un formador y sus familias… realmente
emocionante. Incluso las palabras del celebrante fueron llamativas: no os
penséis que ahora vuestro trabajo es llegar e imponer vuestras ideas y vuestro
trabajo, ahora lo que sois es una herramienta al servicio de la comunidad. El
cambio a sacerdote con lleva un gran poder y por tanto una gran responsabilidad
(clavadito al Señor de los Anillos) por que en
el fondo lo que van a hacer es trabajar con la ilusiones y las creencias
de sus feligreses. No deben buscar en la vida sacerdotal aquello que no han
podido conseguir en una vida seglar.
Una vez terminado el encuentro nos fuimos a la zona colonial
a realizar las consabidas compras para familiares y otros compromisos. Paseamos
calle arriba, calle abajo, caaaalle arriba, caaaaalle abajo, regateando
discutiendo precios y realmente comprando muy poco.
La catedral para
variar cerrada así que nos subimos al bus y para San Cristóbal. Breve compra en
la sirena (no tenemos de cena ni de desayuno prácticamente nada) y para la casa
a cenar. Mientras hacíamos la cena descubrimos ciertas facetas de una de
nuestras cooperantes a saber su nombre:
.- Es una tipa sin un pelo de tonta (ni de lista).
.- Es de humor explosivo
.- Le encanta cocinar en hornos de pirolisis
.- Su canción favorita es de King Africa.
.- No duda en hacer temblar las paredes
.- Arde en deseos de comer macarrones gratinados
Correcto ¡habéis acertado! La verdad es que las pistas eran
muy fáciles. En fin, antes de la cena aclaramos una serie de problemillas de
convivencia que son más que normales en un grupo de gente tan variado.
Tras la cena una piña muy rica que prepara el Coldi de
postre y unas cuantas fotos a los fantasmas, que parecían haber huido sabe dios
por qué de la casa en esta ocasión.
Nos fuimos a la cama con una enorme sonrisa por tener la
imagen de ver como el Coldi rompe la tercera silla y hace amagos de caerse.
Majestuoso wayabaso.
Que día, que noche esa. Lo mejor que he vivido :D
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