Ya después de una semana de campamento a algunos se les
pegan las sabanas como el primer día y casi se queda en tierra Jesús cuando
Aniseta asomaba el morro por la puerta.
Pocos podían imaginarse que podría hacer más calor que el habitual, pero
Dominicana está llena de sorpresa y nos empezamos a preguntar de que servía
ducharse por la mañana si en cuanto te subes a la guaga com
ienzas a sudar,
preguntas sin respuestas. El calor pasó factura a más de uno, con mención
especial a Novita que tuvo un pequeño vahído con final de cagarse. A parte de
este pequeño percance, los campas transcurrieron con cierta normalidad excepto
por la multiplicación de los niños de Lavapiés (de 120 a 150 niño).
En principio el día parecía tranquilo; una comida agradable,
una buena conversación y un sueño reparador por parte de Novoa. Pero llegó el
momento de irse a trabajar, aquí termina la tranquilidad, menuda currada de
tarde. Entre palada y palada de cemento, las obreras y obreros agustinianos
bebían unos dos litros de agua, pero eso sí, el trabajo concluyó con un muy
buen resultado, hasta tal punto de plantearse la creación de una empresa
constructora.
Un llamado de emelghencia nos hizo darle zapatilla a Aniseta y
volver a casa para recoger al saco de patatas que había tirado en la cama y
acercarlo un momento a las ulgencias de un hospital perfectamente descrito en
la canción ‘El Niagara en bicicleta’ (ya tuh sabéh). Aquí lo bueno de las
clínicas privadas es que tienes tu
propia mosca dándote vueltas y no hay que compartirla, con la rabia que da eso.
Aquí como todo lo arreglan con agujitas tacaaaa pinchazo pa ti: via, suero, antibióticos… eso sí, siempre acompañado de tu mosca
personal. Mientras Borja respondía a la llamada de: ‘Familiares de María
Novoa’, el padre Manolo hacia bromas sobre la situación y sobre la atención
personalizada, vamos que la medico hacia de médico, de telefonista, de
enfermera… y en segundo plano la enfermita contaba las gotas del suero al caer
esperando que no fuera nada. Entre tanto
el resto concluía su jornada habitual yendo a la sirena a comprar la cena y la
comida, con una actuación de ballet por parte de la señorita Martínez Balboa
con un espagat de puntuación 10.
Una vez comprada la cena, el grupo se fue a casa a
cocinarla, y mientras al grupo sanitario le tocaba un análisis coprológico!!!!
No queremos entrar en detalles pero… cuanto mayor es el frasco… ¡mas
mejor!. Seguidamente una opípara cena en
la casa curial, donde por poco casi tienen que volver al hospital pero con otro
paciente, el Padre y su corte en el dedo. Benditas tiritas adhesivas! Lo mejor
de la cena el zumo de mango con miel, o más bien, miel con mango. Al recoger
los análisis, y tras la explicación del parasito que no era un parasito si no
un saprótrofo que no es malo pero… que tampoco es bueno, la medico nos dio una lección por la que vale
hacer la carrera de medicina: El agua solo te aporta… AGUA. Y que beber
abundante líquido es posiblemente lo más importante que hay que hacer, si no
quieres pasar una agradable tarde haciendo tests de orinina o en su defecto coprológicos,
tengas ganas o no.
Al llegar a casa, la cena se estaba sirviendo en la mesa y
Borja aprovechó a cenar doble. Como todo el mundo sabe: “lo bueno si breve, dos
veces doh” Después de un día peculiar y habiendo comprobado que no te acostarás
sin saber una cosa, nos dirigimos a la cama para descansar. Mañana será otro
día, y esperamos que con unos pocos menos wuayabasos.
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