Después de que Chantal nos diese un respiro nos levantamos a
las 10 para tomar un desayuno de reyes, empezamos el arroz con leche que nos
trajo la madre de Massiel y tomamos tostadas a lo francés. AY DIOO qué rico!!
Con toda la tranquilidad del mundo y después de coger fuerzas fuimos de turis
por San Cristóbal, con lo que fuimos los privilegiados de tener un tour privado
por la Iglesia de Nuestra Señora de la Paz (la capilla Sixtina del Caribe)
donde se encontraba el escalofriante ataúd de Trujillo además de diversas
tumbas, amigas cucarachas y una cinta de fondo con los chillidos de un milano que
asustaba (ja , me parto) a las palomas,
aunque una de ni caso. Pasamos de la Sixtina a la iglesia más antigua de San
Cristóbal, donde se firmó la Constitución, la cual era como una casita
asturiana con unas interminables escaleras de caracol.
El mercado kamikaze con olor tan característico que te
golpea al entrar y la posibilidad de tener dueño y poder ser cambiadas por una
VISA. A falta de bayetas, Bea necesito comer farolas con lo que al final se
acabó animando un poco el ambiente hasta al final regresar a la casa curial,
donde nos esperaba un zumo de piña y wayabaso y una furgo pick-up. El viaje de
vuelta a casa fue movidito, ya que al conductor le gustan los baches.
Después de cincuenta mil horas quitando la carne a un pollo
congelado, el equipo de cocina nos permitió disfrutar de los sabores de la
India. Un tanto precipitada fue nuestra comida, tal y como ya estábamos
acostumbrados desde que comenzamos el trabajo en Sainaguá. Reemplazamos a
Aniseta (snif snif), por una sustituta sin maletero y nos fuimos a colocar
cemento y a pintar el techo, aunque al final nosotros acabamos siendo el cuadro,
con la mitad del cubo en el techo y la otra en nuestra ropa.
¡Sorpresa sorpresa! Dos soles aparecen cargados de
rosquillas y dispuestos a echarnos dos manos para acabar más rápido y sin
deslomarnos del todo. Echa cemento, puli cemento, tatatata, y ponte a hablar en
andaluz con un ex-militar dominicano, que fue una de ¿eing?
Mientras unos iban a la Sirena, otros en busca de Ramón, el
cual nos hiso la del sabio, también nos encontramos a Wilson disfrazado de
alemán. Íbamos para casa destrozaditos y con la única visión de futuro de cenar
y encamarnos, y cual fue nuestra sorpresa que 40 dominicanos nos esperaban para echar una
batalla de bailoteo y ponernos hasta arriba de galletas. La cena se aplazó para
después del voleibol, los bachatas, el merengue y demás, en las que hasta el
coldi participó.
Mientras se hacía la cena y los baños acompañamos a Vladi,
Genova, Armin, Peniel y Willy a sus casas. En mitad de los baches y frenasos de
la guagua nos encontramos con Ramón y Wilmy. Pa’ casita para una cena tardía
que se nos acabó haciendo bola con un wayabaso pa’ toos.
Vale, si que pasemos super bien ese día.
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