Después de la rutina (Rutina como sinónimo de: esto esta
chupado como mola nuestro campa) habitual de la mañana, alguna actividad del campamento
se convirtió en ardua y complicada hasta para los propios monitores. Está claro
que las adivinanzas no son el punto fuerte ni de los niños dominicanos ni de
las españolas, y para más detalles preguntadle a Novoa que seguro que os sabe
contestar (#ironíaON): “VACAminando un bishito”, “ESTEBANco está ocupado…”; y
las repuestas cada vez más originales “hormiga profe!, no ¡¡Bishito!!, o ¡¡ESTEBANCO,
se llama ESTEBANCO!!
En lo que sí son expertos es en mandar notitas y halagos,
diciendo que “les tá doliendo la barriga un chin” acompañado de una firma para
captar la atención de la profe. Por otra parte, Pueblo Nuevo amanecía entre
apisonadoras y asfaltadoras, también comenzaban las cartas de despedidas en los
buzones, las cuales nos harán llorar de vuelta en el avión. Concretamente el de
Monica está a puntito de explotar… ¡No es amor! Pero, ¿dónde están los
monitores?
Y para colmo de emociones, terremoto escala 5.1 que por cierto no notó casi nadie pero que hizo temblar la isla.
Pero no todo son emociones interesantes ni risas divertidas,
esta vez fue el dolor de muelas de una
niña lo que nos devolvió a la realidad. Una mala alimentación y el descuido de
los padres hicieron que nuestra niña pasara por el consultorio para tratar su
problema. Concretamente el viernes pasado la pequeña fue mandada a casita por
un tremendo dolor en la boca, hoy lunes (por falta de recursos seguramente) no la han llevado aún al médico y ya está
montado el cirio, menuda infección. ¿y ahora qué hacemos? ¿Lo pagamos, no lo
pagamos? Si lo hacemos, ¿les estamos acostumbrando a que el “blanquito” todo lo
soluciona con sus dólares? Es cuestión de dinero o no, porque hablamos de unos
4 o 5 euros… ¿que familia aquí no tiene 4 euros…? y claro entre tanto a la
pobre niña se le infecta la boca y le duele cosa fina. Parece ser que el dolor,
y menos el de un niño, no entiende de éticas ni de ahorros. Buf, demasiado para
nuestras jóvenes mentes.
Nuestra última comida con Raúl y Jesús (se marchan a casa a preparar
su ordenación como sacerdotes, el próximo sábado) fue un poco más especial de lo habitual. En
primer lugar teníamos refrescos en lugar de agua y después la exquisita tarta
de chocolate de la sirena, ah! y no nos olvidemos del helado con un sabor que no
te esperas. Así, con un brindis, despedimos a nuestros dos compañeros y les
deseamos suerte en esta nueva etapa de su vida. Con su marcha quedaba por solucionar
la nueva disposición de las parejas de trabajo que requirío de un par de
ajustillos de última hora: se acabó el turno de descanso.
No mucho más tarde marchamos hacia la obra junto con Peniel
y Meliana, dos de nuestros obreros incondicionales, para probar la gran
estabilidad de los nuevos puchiandamios. En zona de pintura, tras rascar y
pintar conseguimos avanzar y ya queda menos para terminar el techo. En el
empañetado, vamos a toda velocidad… se podría decir: “como alma que lleva el
empañete. Sube cubo, baja cubo, dar semento, pulir semento, sube cubo, baja
vista, sube cubo… TA TA TA TA TA.
Pero desde luego lo
mejor de la tarde fue ver como nuestro
pequeño ayudante, que es sordo mudo, siente por primera vez la música gracias a
las vibraciones de nuestro altavoz. El caso es que estábamos recogiendo ya para
marcharnos, y el chico estaba como siempre por ahí enredando. Algunos días nos
ayuda a lavar los bártulos otros simplemente corretea por ahí buscando un poco
de atención. Esta vez se acercó al cordi que estaba para guardar el aparato de
música y se dispuso a enredar con el Ipod. Le paramos y le colocamos la mano en
el altavoz y pusimos una música con graves bien duros. Nada más subir el
volumen y empezar aquello a sonar notó
el golpe del dembow (un tipo de música a tope de tonos graves) y se quedó
muy muy quieto, abrió tremendamente los
ojos y empezó a sonreir. Bajó, subió el volumen, ponía, quitaba la mano…
incluso el tipillo se agachó y puso la oreja y como no notó nada aleeee otra
vez a poner la mano. Hasta que no nos fuimos, no hubo manera de separarle del
altavoz, y menos aún de conseguir que dejara dejugar con el volumen y el encendido
y el apagado. UN PUNTAZO!
Fue para la mayoría de nosotros uno de los momentos más
emocionantes de este viaje.
Atención pregunta, ¿ayudamos a la de los dientes o al sordo?
¿A los dos quizás? Entre todos tenemos dinero para mucho… ¿para cuanto? Y en lugar de a estos dos, ¿no habrá
otros con más necesidad? Entonces... ¿por
dónde empezamos? ¿Empezamos? Y ayudar a algunos ¿no es injusto para otros? ¿Es
eso escusa para no hacer nada?…
Y a todo esto, nosotros comiendo con un helado y con
refrescos… Insisto, demasiado para nuestras jóvenes mentes y nuestros
quebradizos valores.
Tras el momentazo, de nuevo en marcha a La Sirena para aprovisionarnos.
El cordi uso su: “sexi pero vulnerable” en la caja central y cambio sus puntos
de la Sirena por 80 boletos para la rifa de un apartamento y una “Pick-UP”. Como
nos toque a ver qué hacemos, todo un problemón.
Llegamos a casa matados del cansancio, como de costumbre,
pero listos para comenzar a preparar la gymnkana, aunque sufriendo como
bellacas para mantener los ojos abiertos y no hacer un Carlota (guiño guiño)
llevándose el wuayabaso del día contra la mesa.