Después de un rato intoxicación en Aniceta con el camión cisterna aparentemente estropeado atravesado en la puerta de la casa, partimos hacia Palenque acompañados por Ismael y su tropa.
Un paseo entre perros pulga sarnosos y arena negra y por fin el día se vuelve entretenido. Decidimos bañarnos. La mitad de nuestros compañeros nos deleitan con un baño erótico-festivo (ver Garcilaso de la Vega), lo que atrae a un par de medusas hambrientas que les hacen salir corriendo del agua.
Entre ballenas, batallas y libertad absoluta en el agua (dando pie al libre albedrío), unas medusas dejaron mella en algunos de nosotros.
El ambiente cargado de feromonas acaba con una batalla de arena de la que nadie se libra, placajes, bolazos de arena, y cachiporrazos varios sin respetar hombres ni mujeres en la batalla y pese a tener que perseguir varios metros a lo largo de la playa a algunos de los susodichos que quieren escapar limpios.
Después de la tormenta siempre llega la calma, y tras este día de playa que mejoró por momentos fuimos a presentarnos de nuevo a otra comunidad llamada Carlos Pinto, donde asistimos a una misa y nos volvemos a presentar como cooperantes españoles en San Cristóbal.
Ya casi la hora de la cena no sin antes el mítico paseo a La Sirena donde ya casi somos clientes VIP. Finalmente aparición de pizzas de la nada y a la cama por el madrugón que nos esperaba al día siguiente.
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