La primera parada oficial fue la casa de las hermanas Mirabal, cuyo símbolo representativo son tres mariposas, asesinadas por oponerse al régimen de Trujilllo. De cuatro hermanas que eran, tres murieron brutalmente asesinadas y descuartizadas (casi hacen pleno). En la casa pudimos ver todas sus pertenencias, especialmente un cuadro de Mª Teresa, la hermana pequeña, que se repetía casi en todas las paredes de la casa. Allí comprendimos el significado y repercusión que su muerte tuvo sobre el movimiento contra Trujillo después de conocer los diferentes puntos de vista del P. Pedro y del P. Aguerri en un breve debate. Es curioso como hechos puntuales son los ejes sobre los que cambian “La historia”. Un país oprimido no se dispara hasta que asesinan a cuatro pobres inocentes (tres hermanas y el chofer, que por ser chofer es muerto y héroe de segunda clase).
Impresiona valorar la historia, por la cual pasamos sin enterarnos, sin relacionar o entender los cientos de hechos que marcan el mundo. Las relaciones entre las dictaduras europeas y americanas de mediados y finales del siglo pasado se nos escapan, pero tras mucho escuchar nos damos cuenta de que incluso pueden estar relacionadas de manera intemporal con las revueltas actuales que azotan el mundo árabe. A nosotros nos costó tiempo, ellos, pese al Facebook no lo tiene mejor.
“Conocer el futuro es imposible, desconocer el pasado vergonzoso”.
Continuamos nuestro viaje y una vez en Moca comprobamos de nuevo la influencia que tiene ser sacerdote en este país y los privilegios que eso conlleva, y por si fuera poco, nosotros llevábamos dos, así que nos abrieron la catedral de los Salesianos únicamente para nuestro gozo y disfrute.
Pasando por Salcedo nos acordamos de Julio César y el que fue su primer destino como sacerdote, y comprobamos la amabilidad de algunas señoras al hacer fotos a sus casas y el reparo que tenían otras si ellas no formaban parte de las mismas.
Última parada, Santiago. Un centro comercial con aire acondicionado nos estaba esperando impacientemente a la hora de comer, seguido de una visita a un museo de arte contemporáneo de ese que la gente siempre dice ‘’si eso lo sabe hacer hasta un niño pequeño’’, y de la fábrica de Presidente y de puros ‘’Aurora’’ (evidente casualidad).
Por fin volvimos a casa, de nuevo acompañados por la tremanda lluvia torrencial que puso a prueba la estanqueidad de Aniceta, los reflejos del conductor y la flotabilidad de la isla. Será casualidad también porque algunas volvieron cantando todo el camino. Al llegar a casa caímos todos derrotados.
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