lunes, 13 de julio de 2015

DIA 4

Buen comienzo del día, amanece en Dominicana con el canto de un gallo a las seis de la mañana. Los campamentos empiezan a estabilizarse un poco aunque a Javi le sigan llamando el gringo tan blanco como el sol y a Gonzalo le llamen chino. Es el día de las evaluaciones iniciales para todos los cursos de ambos campamentos y descubrimos que una oración no se empieza con mayúscula y se acaba con un punto, sino que comienzan por el padre nuestro y acaban con el amen. Cuando comenzó el recreo llegaron primeras sorpresas en la merienda, niños de cinco años con manos enanas diciendo: “¡Plofe! ¡Plofe! ¡Sinco pane!”. Tras la mañana de campamento, Jesús y Novoa hicieron de comer degustación de espaguetis quemados con piedra de tomate y tras el camión de alimentos la armada Dominicana decidió no acudir a la comida. Llenos como bolas nos subimos a Aniceta con la buena intención de trabajar un poco, dejándonos los guantes en la casa, aunque eso no nos frenó, quedamos tocados pero no hundidos; digamos que empezaron a brotar ampollas de nuestras manos. A parte de las ampollas, descubrimos los diferentes tipos de paladas y picadas a lo largo de una obra: -La palada de nunca jamás, la que se va por detrás de la carretilla. -La palada suculenta, que vas con todas las ganas y acabas cogiendo las migas. -La picada del orgullo, que haces con todas las fuerzas antes de hacer el relevo. -La picada de la satisfacción, en la que tiras medio monte o eso es lo que crees en el momento.
Tras una buena y cansada tarde de obra volvimos a la sirena bajo la mirada de todos nuestros aficionados que nos miraban con cara de… desagrado, para comprar el buen plato de arroz con espinacas que más tarde hicieron Javi y Silvia Bueno, y si sobra, mañana más.

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